Reseña
Así, la guerra es diferenciada y definida por el autor de otras formas de violencia organizada otorgándole en principio un conjunto de características muy claras y objetivas, como por ejemplo: el involucrar a uno o más grupos o facciones participantes en las hostilidades de donde nace la noción de guerrero o soldado y, como tal, ligado a una actividad específica distinta a otras y en consecuencia a una identidad; la existencia de ejércitos, lo que implica una institucionalidad; es decir, un "arte marcial" en términos de normas y conocimientos tácticos posibles de aprender y transmitir; una duración y discrecionalidad temporal y especialmente para fines del estudio arqueológico, una cultura material específica diferenciada de la cotidianeidad, de manera que tras cada objeto hay un relato. Todas estas características son muy importantes, a nuestro juicio, porque permiten sostener con evidencia concreta un análisis científico sobre las particularidades de la violencia colectiva, alejándonos de esta manera de algunas afirmaciones de uso común en la polemología u otras disciplinas que no ayudan a comprender que la guerra es mucho más que sus aspectos militares o políticos, por cuanto involucra al conjunto de una sociedad contribuyendo consiguientemente a comprenderla de manera global por lo que debe ser entendida "como hecho social total".
A través de los 10 capítulos de la obra, el autor reúne testimonios arqueológicos provenientes de cuatro continentes y diferentes períodos que abarcan desde el Paleolítico hasta nuestros días y desde China hasta Los Andes, lo que le permite sostener afirmaciones de valor general. Nos encontramos, por lo tanto, entre otras cosas con que la violencia extrema no es una constante cuando consideramos todos los elementos del contexto en que se manifiesta como el carácter cíclico de esta respecto a su duración e intensidad, el estrecho vínculo con los factores climáticos, el papel de las diferencias culturales e ideológicas o los cambios en las relaciones de poder propios de los procesos políticos formativos por mencionar los más destacables. Al mismo tiempo, un dato históricamente muy significativo resulta fechar el inicio de la guerra propiamente tal a finales del período Neolítico en el 4.000 a. C. en tanto violencia colectiva organizada y recurrente donde se potenciarán todas las formas de conflictividad humana que hoy en día aún nos siguen afectando.