Liderazgo. Seis estudios sobre estrategia mundial

Liderazgo. Seis estudios sobre estrategia mundial

Leadership. Six studies on global strategy EN

GONZALO CARRASCO ASTUDILLO 1
1 Oficial de Ejército del Servicio de Justicia Militar. Licenciado en Ciencias Jurídicas, Abogado. LL.M Magíster en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Diplomado en Nuevas Tendencias en Contratos y Daños de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Bachiller en Humanidades de la Universidad Andrés Bello. Alumno del Magíster en Seguridad, Defensa y Relaciones Internacionales de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos., Chile
Recibido: 26/12/2023 | Aceptado: 26/06/2024 | Publicado: 05/08/2024

Reseña

Henry Kissinger, reconocido mundialmente como un genio de la estrategia política, tuvo tal lucidez intelectual que pudo publicar su último libro a los 99 años, titulado " Liderazgo. Seis estudios sobre estrategia mundial " el 2022, editado en español por la Editorial Debate el 2023.

En 645 páginas la obra se inserta en la vida y la personalidad de seis líderes mundiales, cuyo liderazgo estratégico se desarrolló en escenarios de altísima complejidad, donde la presión y estrés fueron un obstáculo superado gracias al despliegue de una serie de virtudes humanas, fundamentalmente la "valentía" y la "fuerza de carácter". Los fascinantes líderes escogidos fueron: Konrad Adenauer, Charles de Gaulle, Richard Nixon, Anwar Sadat, Lee Kuan Yew y Margaret Thatcher.

Para Kissinger, el liderazgo es indispensable: "hay que tomar decisiones, ganarse la confianza, mantener las promesas, proponer una forma de avanzar" (p. 1) y para ello, un líder estratégico competente, debe moverse entre los ejes de "pasado y futuro" y "valores perdurables", todo desde una perspectiva realista del escenario político que se asoma a nuestra vista. En este sentido, el líder desempeña su trabajo siempre cercado por la escasez en una época con una determinada carga sociocultural que debe conocer bien, en una situación de competencia con otros actores (socios o adversarios) y todo con un flujo o rapidez de tanta intensidad, que no hay calma para cálculos precisos, debiéndose actuar conforme a intuiciones o meramente por medio de formulación de hipótesis.

Así, Kissinger nos inserta en las extremas condiciones del mundo político alemán post segunda guerra mundial, donde K. Adenauer tuvo que reconstruir a una Alemania, rendida incondicionalmente, luego del salvajismo de Hitler bajo una estrategia fundada en la humildad. Esa humildad, forjada sobre una profunda espiritualidad cristiana, le permitió poseer una visión estratégica con virtudes difíciles de ejercitar, como la "paciencia" en el restablecimiento de la legitimidad moral de Alemania frente a Europa y el mundo.

Kissinger expone la manera en cómo, por medio de la humildad y la mirada a largo plazo, Adenauer pudo devolver la dignidad a Alemania con una renovada identidad nacional, aun frente a las dudas de muchos países relevantes como Francia. Señala el exsecretario de Estado de la Casa Blanca, que a Adenauer se le reconocía porque "[l]e preocupaban sobre todo las tendencias a largo plazo de Alemania, más que las cuestiones actuales" (p. 77). De esta manera, dejó un ejemplo de liderazgo y tradición que no se fundaba en una mera exultación transitoria, sino más bien en una capacidad de inspiración y visión en el tiempo.

Por otra parte, H. Kissinger nos muestra la "estrategia de la voluntad" de Charles De Gaulle, destacado político y militar francés, cuyo objetivo principal fue la restauración de la grandeur a Francia. Nos indica el autor que De Gaulle forjó una personalidad dominante, distante, apasionada, visionaria e inefablemente patriótica (p. 109) que se unían íntegramente en su estructura mental y su talentosa capacidad analítica. "La extraordinaria altura metafísica de la oratoria De Gaulle expresó su fe en la singularidad de su país" (p. 118), lo cual derivó en la principal característica de este militar como líder: buscar crear la realidad política mediante la exclusiva fuerza de voluntad, con razón y pasión.

Luego, es el turno de Richard Nixon, con quien Henry Kissinger tuvo una especial cercanía profesional. Los éxitos políticos de Nixon, así como sus complicaciones en el curso de la guerra con Vietnam del Norte y el desenlace del Watergate, se entrelazan con los de Kissinger, porque fue su asesor más confidente y muchas de las ideas de Nixon eran realmente las de Kissinger. En este punto, Raymond Aron fue profético cuando le advirtió que rezara por la supervivencia de Nixon, porque luego del presidente, irían por él.

En este punto Kissinger resalta la generosidad de Nixon con la invitación que le formuló para convertirse en el Asesor de Seguridad Nacional, el segundo nombramiento presidencial de mayor rango que no está sujeto a confirmación del Senado (p. 177). En efecto, ofrecer el cargo a un profesor universitario rompía con el pensamiento político convencional. En este punto, el autor y protagonista detalla el episodio del ofrecimiento, reconociendo su torpeza al pedirle al presidente "unos días para pensarlo" y la dura reprimenda que le dio Nelson Rockefeller (antiguo rival político de Nixon) al enterarse, quien lo instó a aceptar el trabajo sin condiciones y sin retraso, por solicitarlo el presidente de los Estados Unidos.

Luego llega el turno de analizar el liderazgo del militar y político egipcio Anwar Sadat, y su gran coraje por alcanzar la paz con Israel, aun cuando eso significó que en 1981 fuera asesinado en un desfile militar, por soldados que participaban del mismo, baleándolo hasta la muerte. Con clara asertividad proveniente de los rasgos propios de su personalidad, Kissinger señala que Sadat era una combinación quietista, pasando gran parte del tiempo reflexionando y orando antes que en el estrado político. Resulta interesante que esa tendencia a la soledad, que puede ser vista como una característica negativa, dotó a Sadat para tener perspicacia y un pensamiento independiente, desarrollando una gran capacidad de "paciencia estratégica", de importancia fundamental en las relaciones políticas internacionales, según el autor.

Continúa Kissinger con Lee Kuan Yew, primer ministro de Singapur, de quien Margaret Thatcher afirmó que "era uno de los hombres de Estado más dotados del siglo XX" (p. 354), y no estaba lejos de la realidad nos señala el autor del libro, ya que inició la épica tarea de transformar a Singapur, de su pobreza y contradicciones étnicas y culturales, a uno de los países más ricos de Asia y el centro comercial del Sudeste Asiático. Por ello, Singapur "no era un país natural, sino uno hecho por los hombres" (p. 354).

Lee tenía grandes atributos de líder, probablemente marcados e influidos por el mundo de su infancia. En ese contexto, Kissinger nos cuenta que la familia Lee prosperó económicamente pero siempre dentro de una austeridad importante. "Se crio con su familia extendida --junto con siete primos- en la casa de su abuelo materno, donde sus padres compartían una sola habitación con sus cinco hijos" (p. 357). Esa temprana experiencia, sumado a su particular devoción filial, marcaron su frugalidad, su armonía y estabilidad. A los 12 años de edad ya destacaba por ser un estudiante inteligente, graduándose el primero de su clase en la escuela primaria (p. 358). Luego, ya como primer ministro, era respetado por líderes de Estado mucho más poderosos que el suyo, principalmente porque aportaba ideas esenciales con una gran capacidad de objetividad y lucidez.

Finalmente, el autor termina su recorrido con Margaret Thatcher, una líder que ubica como de aquellas que definen la época en que gobiernan, y así hay pocos. Como primera ministra del Reino Unido, devolvió un país revitalizado y optimista a fin de que no solo viviera de su glorioso pasado imperial y que a su llegada estaba en decadencia. Todo, gracias a su fortaleza personal, forjada por su condición de outsider : era la primera mujer en llegar al cargo, era del Partido Conservador y era de clase media (p. 401).

Afloraba su fortaleza, previamente a su vida política, en los primeros rechazos laborales que obtuvo como química, ya que en la evaluación interna de su postulación para trabajar en la Imperial Chemical Industries "se podía leer: Esta mujer es testaruda, obstinada y peligrosamente terca" (p. 411). Sin embargo, lo anterior demostraba más bien su gran vitalidad y compromiso en la manera de trabajar bien, con un carácter y determinación que constituían los primeros atisbos de la "Dama de Hierro".

Margaret Thatcher, según nos relata Kissinger, fundaba su liderazgo en un marco de soporte teórico o intelectual marcadamente diligente y profundo. Así, señala que "las ideas de Thatcher sobre política exterior se irían definiendo, gracias (...) a unos hábitos de estudio extraordinariamente diligentes --por ejemplo, leía y anotaba informes hasta bien entrada la noche- y a la costumbre de organizar, durante los fines de semana, seminarios con profesores universitarios e intelectuales sobre las tendencias a largo plazo" (p. 417).

Anticomunista férrea y conocedora de la tragedia moral, familiar y económica que trae a los países dicha ideología, defendió con fuerza el libre mercado. "Durante su mandato, los conservadores acabaron con los controles de divisa, eliminaron las comisiones comerciales fijas y abrieron el mercado de valores británico a los traders extranjeros, lo que se acabaría conociendo como el 'Bing Bang', lo cual a finales de la década de 1980 convirtió al país en un centro financiero internacional" (p. 422).

Cuando vinieron las complicaciones, donde los riesgos eran altos y la ambigüedad del entorno parecía no tener claridad cercana, Thatcher mantenía la calma y su fidelidad a sus convicciones, propio de los verdaderos líderes. Kissinger nos muestra cómo la "Dama de Hierro" nunca se retractó de su estrategia económica, aun cuando su tenacidad se mezclaba estratégicamente con la búsqueda de apoyo dentro del Partido Conservador. Asimismo, nos aclara cómo su especial dureza se encontraba unida indisolublemente con su patriotismo.

En definitiva, el libro "Liderazgo" de Henry Kissinger es una obra sorprendente en lucidez, considerando la edad del autor al ser escrito con 99 años de edad y que termina siendo su última obra poco antes de morir. Desde las virtudes de los distintos liderazgos que expone, se pueden sacar provechosos ejemplos para el propio ejercicio profesional, político y militar. Es lo que buscaba el profesor Kissinger en un mundo actual desorientado por falta de una visión moral y estratégica robusta: dejar una fuente de inspiración para que florezcan líderes con el carácter, el intelecto y la fortaleza necesaria a fin de encarar los desafíos políticos actuales.

Referencias