Las estrategias de China y Rusia y su impacto en latinoamérica

Las estrategias de China y Rusia y su impacto en latinoamérica

The strategies of China and Russia and their impact on latin america EN

As estratégias da China e da Rússia e seu impacto na américa latina PT

MIGUEL DE LA GÁNDARA FRIEYRO
1 Institute Français de Géopolitique, en el Máster de Investigación: Territorios y claves de poder, Universidad París 8, Francia
Recibido: 19/05/2025 | Aceptado: 16/06/2025 | Publicado: 12/08/2025
Resumen ES

El crecimiento económico de China y el regreso de Rusia al escenario internacional han transformado las relaciones entre los distintos actores globales, favoreciendo un mundo cada vez más multipolar. Repasaremos cuáles son las principales estrategias de estos países para alcanzar sus objetivos. Comenzaremos con un análisis a escala global, observando no solo sus logros, sino también las resistencias que despiertan, entre las cuales destaca la de Estados Unidos, intensificada aún más con el retorno al poder de la administración Trump. Posteriormente, examinaremos cómo estas dinámicas influyen en la política latinoamericana y el impacto que tienen en su desarrollo.

Palabras clave:
China Rusia Latinoamérica multipolar recursos tecnología militar renovables guerra comercial
Resumen EN

China's economic growth and Russia's return to the international stage have transformed relations among global actors, fostering an increasingly multipolar world. We will review the main strategies these countries are employing to achieve their objectives. Our analysis begins at the global level, considering not only their successes but also the resistance they provoke---most notably from the United States, a stance that has intensified even further with the return of the Trump administration. We will then examine how these dynamics shape Latin American politics and the impact they have on the region's development.

Palabras clave:
China Rusia Latin América multipolar resources technology militar renuewable trade war
Resumen PT

O crescimento econômico da China e o retorno da Rússia ao cenário internacional transformaram as relações entre os diferentes atores globais, favorecendo um mundo cada vez mais multipolar. Vamos revisar as principais estratégias desses países para alcançar seus objetivos. Começaremos com uma análise em escala global, observando não apenas suas realizações , mas também as resistências que despertam, entre as quais se destaca a dos Estados Unidos, intensificada ainda mais com o retorno ao poder da administração Trump. Posteriormente, examinaremos como essas dinâmicas influenciam a política latino-americana e o impacto que têm em seu desenvolvimento.

Palabras clave:
China Rússia América Latina multipolar recursos tecnologia militar renovável guerra comercial

Introducción

En 1990, tras la caída de la URSS y del bloque oriental, parecía que el mundo se encaminaba hacia un nuevo orden mundial, con una única potencia global, los Estados Unidos. Algunos autores, como Brzezinski (1998) , sostenían que la primacía de Estados Unidos sería duradera e incontestable (pp. 219--232).

Sin embargo, a partir del año 2000, el fuerte crecimiento económico de China y el regreso de Rusia a la esfera internacional provocaron una contestación a la unipolaridad estadounidense. Aunque con diferentes estrategias, ambos países han aumentado su poder, recuperando o creando zonas de influencia que chocan con los intereses norteamericanos.

China pasó de ser un país atrasado y pobre a convertirse en la "fábrica del mundo", capaz de escalar posiciones económicas año tras año, hasta situarse muy cerca de ser la primera potencia económica del planeta, rivalizando con Estados Unidos por el liderazgo mundial. Con planes a medio y largo plazo, su estructura económica fue evolucionando progresivamente hasta poder competir tecnológicamente con los países occidentales más avanzados.

Actualmente, sus planes no se limitan al ámbito económico. China ambiciona convertirse también en una potencia militar, financiera y política, reduciendo la distancia que todavía la separa del hegemón principal.

En este contexto, la nueva administración Trump ha intentado reequilibrar el déficit comercial de Estados Unidos y reafirmar su dominio en el escenario internacional, lo que ha derivado en una guerra comercial. Aunque este conflicto no ha estado dirigido exclusivamente contra China, la creciente tensión entre ambas potencias provocó una escalada mutua. China ha sido el único país que no solo no vio suspendidos los aranceles, sino que, además, ha visto un aumento de los mismos.

A lo largo de este tiempo, China ha continuado con sus planes de expansión global. Invirtió e impulsó una serie de iniciativas y organismos que le permitieron ascender en el orden mundial, acelerando este proceso especialmente en los últimos diez o quince años. En 2013, lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta ( Belt and Road Initiative , BRI), con el objetivo de desarrollar el comercio y las infraestructuras a escala global.

China es también el principal líder de los BRICS, un grupo de países emergentes, Rusia, Brasil, India, China y Sudáfrica, creado en 2010, que promueve un mundo multipolar. Sus bancos han escalado a las primeras posiciones globales en capacidad económica ( Protska, 2023 ) y financian proyectos en países en desarrollo, constituyéndose como una alternativa a los organismos y entidades occidentales.

Además, sus gastos militares han aumentado sustanciosamente, al igual que sus reclamaciones territoriales en el mar de China. A esto se suma su notable desarrollo tecnológico, que le permite liderar, o al menos disputar, los cambios asociados a la nueva economía verde y la inteligencia artificial ( Torres, 2021, pp. 28-29 ).

Por su parte, Rusia ha regresado a la esfera internacional en el único ámbito en el que aún conserva su estatus de potencia: el militar. No solo por la invasión a Ucrania, sino también por su apoyo a regímenes contrarios a Occidente, como Siria o Corea del Norte, y por la presencia del grupo de mercenarios Wagner en África, lo que ha ampliado su ascendiente en ese continente.

Ambos países han declarado su relación como estratégica ( Álvarez y Martínez, 2011, pp. 637-668 ), logrando, sobre todo el gigante oriental, que el centro del poder económico y político del planeta comience a bascular hacia el continente asiático.

En este trabajo analizaremos en profundidad lo anteriormente mencionado, pero también observaremos cómo estas estrategias impactan en América Latina, y más específicamente en Sudamérica, así como el papel que esta región puede desempeñar. Con una China que aún necesita materias primas para alcanzar sus objetivos, el rol de Sudamérica sigue siendo fundamental. Además de ser un mercado importante para sus productos manufacturados, también representa una plataforma para expandir su influencia en el mundo.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta un proyecto más que comercial

A finales del 2013 el presidente Xi Jinping anunció la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). La iniciativa abarca la implementación de una serie de corredores económicos (a través de carreteras, puertos, aeropuertos, oleoductos, gasoductos y otras infraestructuras) que apuntan a conectar China con el resto del mundo, pero sobre todo con Eurasia ( Torres, 2021, p. 28 ). Además, incrementa la capacidad productiva de las zonas adyacentes a los corredores, por medio de parques industriales.

En el año 2020, 138 países y 29 organizaciones habían firmado acuerdos de cooperación con la iniciativa de la franja y la ruta ( Torres, 2021, p. 36 ). Este proyecto pretende ser una especie de Plan Marshall chino. En él se aboga por la coordinación de políticas, la conectividad de las instalaciones, el comercio sin trabas, la integración financiera, y los vínculos de pueblo a pueblo ( Torres, 2021, p. 37 ).

Desde el año 2013 al 2020 la inversión de este país alcanzó los 755 mil millones de dólares ( Torres, 2021, p.37 ), de acuerdo con su gobierno. Además, a partir de 2017 se acelera el desarrollo de una iniciativa verde y de alta calidad.

Patricio Torres (2021) recoge el discurso del 16 de enero de 2014 de Xi Jinping que trazó las reformas a aplicar.

" Crearemos instituciones financieras orientadas al desarrollo, aceleraremos la construcción de infraestructura que conecta a China con los países vecinos y regiones y trabajaremos duro para construir una franja económica de la ruta de la seda y una ruta marítima de la seda, para formar un nuevo patrón de apertura comercial ".

La cooperación, tanto política como económica, ha sido una de las herramientas estratégicas de la política exterior de China (Cortés, J., 2023, p. 1), contribuyendo al acercamiento regional y ha fortalecido su posicionamiento, mejorando su imagen internacional y estrechando los lazos que tiene con los diferentes países, cuando no los hace dependientes de ella.

La BRI ha sido y sigue siendo una herramienta fundamental en este proceso, tanto de integración regional como de relación con la periferia. Las inversiones, lo proyectan como un país clave con el que hacer negocios y mejorar las infraestructuras de los países, sobre todo con aquellos de medianos y bajos ingresos, muchas veces con dificultades crediticias. A cambio, China consigue las materias primas y el control de rutas comerciales necesarias para dominar todas las fases de las cadenas de valor (Pérez y Nualart, 2023, p. 11).

Por otra parte, estas inversiones sirven para estabilizar y crear riqueza en su vecindario próximo, pues uno de los principales objetivos de China, ya desde el 2014, es la prosperidad de sus socios regionales ( 1 (Peralta, 2024; OEC Pakistán, 2024), sobre todo con el ASEAN, a un ritmo de 8,3% interanual para alcanzar la impresionante cifra de 212 mil millones de dólares, siendo China su mayor socio comercial ( Caputo, 2023 ). Teoría China, 2023 ). Por ello el comercio interanual con sus vecinos crece rápidamente

Respecto a Sudamérica, el montante hasta 2023 se cifraba en 50 mil millones de dólares ( Torres, 2021, p.38 ) muy lejos de las regiones más importantes en este proyecto, pero una cantidad nada desdeñable para los países del subcontinente.  El discurso oficial chino dice que la zona de Latinoamérica y el Caribe es una "extensión natural" de la BRI, y los países de esta región empiezan a dar su apoyo a este proyecto, con un esfuerzo por acceder a la financiación en infraestructuras ( Jian, 2023, pp. 84-103 ).

Sobre todo, tras una etapa en la que Estados Unidos se ha mostrado como un socio comercial poco fiable, como ocurrió con la retirada del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) en 2017, varios de sus miembros en América Latina y el Caribe, particularmente Chile, México y Perú, podrían inclinarse más hacia China (OEC, 2024). Este giro se refuerza por el uso que la administración Trump ha hecho de los aranceles, no solo como herramienta económica, sino también política, buscando sus propios intereses estratégicos, como los relacionados con inmigración y seguridad nacional.

En el caso de México, esto es especialmente relevante. A pesar de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México ha sido objeto de amenazas arancelarias que han deteriorado su relación con Estados Unidos.

Sin embargo, este país sigue siendo muy dependiente de su vínculo comercial con su vecino del norte, lo que podría hacer que las amenazas de Trump resulten en cierta forma efectivas. Si bien estas medidas podrían impulsar a México a diversificar su comercio y acercarse más a China, su alta dependencia económica y la integración de muchas de sus cadenas de valor con las de EE. UU. dificultan una desvinculación mayor. Esto podría obligar al socio del sur a seguir negociando en términos favorables para Estados Unidos.

Así, la relación con el gigante asiático podría verse como una opción complementaria, pero no sustitutiva. Si las tensiones con Norteamérica aumentan, algunos sectores mexicanos podrían optar por estrechar vínculos con el gigante asiático, pero esto también podría generar nuevos roces. A corto y medio plazo, la posibilidad de un distanciamiento real de Estados Unidos sigue siendo limitada.

Los BRICS y los bancos de desarrollo de China. Una alternativa al poder occidental

Los BRICS lo conforman cinco grandes economías emergentes, una de ellas, Brasil, es sudamericana. A partir de 2024, a estas reuniones se han unido cuatro países más, y desde enero de 2025, otros nueve como miembros asociados. Por este motivo, ya se los denomina BRICS+.

En cuanto a su impacto global, si bien estas ampliaciones no han representado un salto enorme en su peso económico, sí han sido una contribución significativa: actualmente, el grupo representa el 40% del PIB PPA a nivel mundial (Le Grand Continent, 2025). Su área territorial y comercial se expande con proyectos de cooperación centrados en comercio e inversiones mutuas, especialmente en infraestructura, tecnología y desarrollo sostenible ( Simas, 2023, pp.1-3 ). Para financiar estas iniciativas, se propició la creación de un banco propio con sede en Shanghái (Sousa, 2021, p. 108).

A pesar de esto, se trata de un grupo heterogéneo, tanto en términos de objetivos estratégicos como en lo económico y social.

Dentro del grupo BRICS los objetivos no son los mismos. Brasil y Sudáfrica, por ejemplo, aspiran a tener mayor peso internacional y a que su voz sea más escuchada. En cambio, países como India, y sobre todo China, buscan consolidarse como verdaderas potencias globales. Esta diferencia de ambiciones está relacionada directamente con el peso económico y geopolítico de cada miembro, y marca una agenda interna diferente.

El auge del país asiático y las alianzas buscadas, implican un cambio en la estructura del sistema internacional y puede considerarse un paso más hacia una «multipolaridad desequilibrada», es decir, una multipolaridad con actores con un peso muy superior al resto, o lo que es lo mismo un estadio intermedio, hacia una nueva bipolaridad ( Aznar, 2020, p. 265 ).

Este liderazgo chino y su búsqueda de una alternativa a la hegemonía tradicional occidental podrían provocar choques cada vez más frecuentes con la administración estadounidense. Los nuevos aranceles pueden acelerar este proceso y aumentar los vínculos entre ellos, e incluso aumentar sus miembros.

Es en este contexto donde se debe comprender la escalada de la lucha comercial entre los dos países. Una continuación más amplia y profunda de algunas disputas comerciales que ya se dieron en la primera administración Trump, como fue el caso de Huawei ( Canosa y Viani, 2019 ), incluso con Biden, con la exportación de semiconductores y también se suman a confrontaciones geoestratégicas, como las tensiones en el mar de China.

El país asiático seguirá abogando por esta multipolaridad que le permitiría ser potencia global y es por tanto su motor. Un país cuyo PIB medido a paridad de poder adquisitivo ya es el primero del mundo. Sin embargo, no todo puede explicarse teniendo en cuenta el peso económico de cada uno. La cultura e historia es un factor a tener muy en cuenta a la hora de analizar sus posturas políticas y sus objetivos.

Figura 1: PIB-PPA MUNDIAL 2024-2025
Figura 1: <strong>Figura 1: PIB-PPA MUNDIAL 2024-2025</strong>

Fuente: Blog de Datos del Banco Mundial. (Uso sólo con fines académicos).

Rusia es el único de los grandes países que, por ahora, le gustaría cambiar por completo el orden internacional imperante. Sucesor de la idea imperial de la URSS, recoge, cuando le conviene, la dialéctica de la guerra fría para conservar su área de influencia ( Raviot y Lambroschini, 2016, pp. 75-102 ). Mientras, el resto, aspira a una remodelación que haga más justas las reglas del juego y les permita encontrar un puesto acorde a sus potencialidades.

Es destacable que, por ejemplo, China no desee un choque directo con las potencias occidentales, sino que busca un ascenso pacífico, que le dé tiempo a cumplir los objetivos económicos y sociales que se ha marcado 2 ( Torres, 2021, p. 45 ). Y quizás un día, superar a EE. UU. como gran hegemón.

Además, China necesita seguir mejorando en términos económicos y sobre todo financieros, a pesar de que sus avances son evidentes en ambos campos.

En las últimas décadas, por ejemplo, los bancos chinos se han posicionado en los primeros puestos por activos totales. De los 10 bancos más importantes del mundo 4 son chinos ( 3 . Algunos de ellos como el Agricultural Bank o el ICBC han financiado proyectos en el marco de la franja y la ruta ( Torres, 2021, p. 41 ). Protska, 2023 )

Sin embargo, hoy en día no solo los bancos tradicionales detentan el poder financiero, sino que hay muchas más instituciones y empresas que manejan importantes activos, como los fondos de pensiones o los de inversión, entre otros. Para que nos hagamos una idea de su importancia, los veinte mayores fondos de inversión del mundo sumaron más de 47 billones de dólares ( Rial, 2024 ), los fondos de pensión alrededor de 10 ( Rial, 2024 ), respecto a los 58 billones y medio de los bancos tradicionales ( Protska, 2023 ).

La mayor parte siguen en manos occidentales sobre todo estadounidenses, con alrededor de 60 billones de activos totales procedentes de las citadas listas, contra los poco más de 21 billones del gigante asiático.

Por tanto, el poder financiero de China ha crecido enormemente, aunque aún sigue estando muy por debajo de los países antes mencionados. El dólar sigue siendo la moneda de referencia a nivel mundial, a pesar de la caída significativa en sus reservas globales al inicio de la década de 2000, especialmente debido a la aparición del euro. No obstante, su peso relativo se ha estabilizado ( Finaxia, 2024 ).

Por su parte, el renminbi , la moneda china, ha emergido como una divisa importante, aunque todavía su tamaño es menor en el mercado internacional. Su crecimiento, sin embargo, ha sido constante ( Finaxia, 2024 ). Los nuevos acuerdos entre los países BRICS y la intención de muchos países emergentes de reducir su dependencia del dólar podrían favorecer este crecimiento.

Sin embargo, China no tiene intenciones de sustituir al dólar como moneda de referencia internacional, al menos en el corto y medio plazo, sino convertirla en una alternativa al dólar para determinadas circunstancias e ir dando pasos cautelosos hacia una progresiva internacionalización. Por eso no permite la libre conversión de su moneda. Esta estrategia responde a dos razones: la primera, evitar una posible guerra especulativa que podría dañar su estabilidad financiera; y la segunda, mantener el renminbi artificialmente depreciado ( Rodríguez, 2021 ).

No obstante, el país asiático impulsa la realización de transacciones bidireccionales con otros países, lo que permite que naciones bajo sanciones (por ejemplo, las impuestas tras la invasión de Ucrania a Rusia) puedan seguir su propia agenda geopolítica sin la aprobación de Washington (Parra, 2023). China, además ha avanzado en la internacionalización del RMB, firmando acuerdos de intercambio de divisas con varios países y aumentando el comercio en esta moneda con las naciones de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que alcanzó 760 mil millones de dólares en 2021 ( Xinhua, 2022 ).

Esto ha contribuido a que la cuota global del renminbi haya aumentado del 2% al 4.6% (Swift, 2023), acercándose a las transacciones realizadas en euros. Aunque el dólar sigue siendo la gran moneda de referencia, con más del 80% del total, y lo seguirá siendo en los próximos años, el hecho de que existan alternativas podría reducir la presión y el poder que Estados Unidos ejerce con su divisa.

China también se ha presentado como alternativa en otros ámbitos financieros y económicos. Los bancos del país oriental están inmersos en un gran número de proyectos, presentándose como una opción válida a los bancos occidentales. Uno de los aspectos diferenciadores de China, a través de entre otros del Banco Asiático de desarrollo, es su disposición a proyectos de infraestructuras en países de bajos recursos, quienes presentan mayores dificultades para acceder a financiamiento por parte de las instituciones tradicionales (Banco Mundial y FMI) ( Torres, 2021, p. 42 ).

Además, el gigante asiático permite que el pago de sus inversiones sea a cambio de materias primas o concesiones a muy largo término. En Sudamérica han podido acceder a ellos, tanto países emergentes como Brasil y Ecuador, como algunos que habían sido excluidos del sistema crediticio internacional permitiéndolos sobrevivir. Es el caso de Venezuela, con un valor de 44 mil millones de dólares desde 2008 a 2018 ( Boza, 2018, p.42 ).

Aunque muchos autores hayan criticado estas concesiones como un nuevo colonialismo, la realidad es que suponen una oportunidad de acceder a unos créditos que sin este país serían difíciles de conseguir. Países emergentes e incluso pobres o marginalizados del sistema internacional, pueden, gracias a estos, financiarse y hacer que sobrevivan sus regímenes. China no tiene en cuenta la democracia, a la hora de evaluar sus relaciones exteriores y aunque es un actor pragmático que suele buscar alianzas económicas, en algunos casos estratégicos (Cuba o Rusia, por ejemplo) favorece a actores contrarios a la hegemonía norteamericana.

China entre la necesidad del hardpower y el deseo del ascenso pacífico

Pekín se esfuerza en mejorar su imagen internacional y tener un vecindario seguro y proclive al comercio. Como hemos visto, se gasta ingentes cantidades de dinero en crear una red comercial y de infraestructuras que favorezca la buena relación con sus vecinos y aun así su política en el mar de China le granjea malas relaciones con algunos de ellos. Cabría preguntarse por qué el país oriental se sigue empeñando en controlar este mar, trasgrediendo incluso los arbitrajes internacionales.

Las élites chinas tienen una interiorizada necesidad de tener un control efectivo del mar circundante. Razones históricas, estratégicas y comerciales se entrelazan, dando lugar a una estrategia gris ( Elizondo, 2019, p. 327 ) de conflicto latente pero no declarado tanto en su parte meridional como con la isla de Taiwán.

El mar de China podemos dividirlo en dos: el mar de China Meridional, que se extiende por 3,5 millones de km². (Lalinde, 2019, p. 2), yendo desde Singapur hasta Taiwán, y el mar de China Oriental, desde esta última isla hasta las costas de Corea.

En el caso del mar de China Meridional, las principales consideraciones son la necesidad de asegurar el abastecimiento de recursos naturales y de obtener el control de la principal ruta marítima del este de Asia ( Rubiolo, 2016, p. 51 ), más allá de otros recursos que se podrían obtener.

Para poner en contexto su importancia, vale señalar que esta región es la segunda ruta comercial marítima más importante del mundo, por el flujo de bienes que la atraviesan con destino a las mayores economías asiáticas ( Rubiolo, 2016, p. 54 ).

En términos energéticos, los números son aún más elocuentes: a través de las rutas que atraviesan el mar de China Meridional, Corea del Sur obtiene el 65% del petróleo que importa del mundo; Japón y Taiwán, el 60%, y China, el 80% del total de su abastecimiento ( Rubiolo, 2016, p. 54 ). Además, sus aguas dan acceso al estrecho de Malaca, que conecta este mar con el océano Índico. A través de este se consigue que confluya el mayor núcleo de población mundial, al conectarse el subcontinente indio con Asia-Pacífico (Lalinde, 2019, p. 2).

Por todo esto, el control del territorio que atraviesan estas vías es considerado de interés nacional para el Gobierno chino, y su reclamo se extiende al 90% del territorio marítimo ( Rubiolo, 2016, p. 54 ), tomándolo de manera efectiva, en buena parte, en un lapso pequeño de tiempo ( Elizondo, 2019, p. 327 ). Para ello ha iniciado acciones unilaterales que van desde la construcción de islas artificiales hasta la instalación de plataformas petroleras en los dos archipiélagos más extensos de la zona: las islas Spratly y las Paracel, disputándolos con otros cinco países ( Rubiolo, 2016, p. 54 ).

A pesar de las quejas recibidas, muchas de estas reclamaciones no han prosperado por el enorme peso que juega China en el principal organismo regional, el ASEAN ( Association of Southeast Asian Nations ), siendo el primer socio comercial de esta asociación ( Scuteri, 2022, p. 169 ). Además, algunos de estos países, como Tailandia, Malasia e Indonesia, forman parte de los nuevos socios de los BRICS, alineándose aún más con China.

Por último, las inversiones en la BRI también son de suma relevancia, al crear puertos, ferrovías o polos industriales, lo que genera una creciente dependencia con su vecino del norte.

La dependencia es evidente en países como Vietnam. Aunque mantiene disputas con China en el mar Meridional, desde 2004 esta última se ha convertido en su principal socio comercial. El intercambio económico entre ambos ha crecido de forma sostenida: solo en 2019 se registraron 2.739 proyectos de inversión china en Vietnam, además de préstamos preferenciales a largo plazo ( Scuteri, 2022, p. 169 ). Esta relación es profundamente asimétrica, lo que condiciona la autonomía de Vietnam en su toma de decisiones diplomáticas y económicas.

Por otra parte, ha sido uno de los grandes perjudicados por los aranceles de D. Trump, incluso más que la mayoría de sus vecinos regionales, también gravados de manera importante. Aunque la pausa en las tensiones le permitirá renegociar, estas se harán sabiendo que país de Ho Chi Minh no puede sustituir rápidamente al que sigue siendo el principal destino de sus exportaciones, los Estados Unidos (OEC Vietnam, 2023).

De este modo, la administración norteamericana no solo ejerce presión sobre una economía con un elevado superávit comercial, sino que también busca afectar a una región que se está consolidando como uno de los principales centros manufactureros del mundo. En esta, algunos países, como el mencionado, no solo se beneficiaron de la guerra comercial impulsada ya por la anterior administración Biden contra China, gracias a la deslocalización de empresas, sino que, al parecer, también actuaron como intermediarios en el envío de mercancías del gigante asiático para sortear las sanciones ( El Universal, 2025 ).

Respecto a Taiwán no solo es una herida no cerrada de la guerra civil, por lo que China lo considera parte de su territorio y no reconoce su independencia. Sino que su control le permitiría a Pekín acceder a mares abiertos y a las rutas de comunicación marítimas, clave en sus actuales intereses económicos y comerciales. Pero, además, si el gigante asiático dispusiera de un poder marítimo que le permitiera controlar el mar de China, más allá de asegurar su abastecimiento y su seguridad, no solo alcanzaría el estatus de potencia regional sino también mundial (Lalinde, 2019, p. 5). Por ello se está apresurando en controlar el mar Meridional, pero tan solo con dominar Taiwán ya se le abriría el camino para el océano Pacífico.

Además, siguiendo el pensamiento de Nicolas Spykman 4 (López, p. 85) para controlar el corazón estratégico de la región es imprescindible el control del mar adyacente. El mar de China sería como el mar Egeo para los griegos o el Caribe para los Estados Unidos, incluso más importante, al ser su único acceso al mar, y Taiwán se situaría en su mismo centro, a tan solo 120 km de la costa china. Por eso se vale de una serie de herramientas de presión, como maniobras militares o relaciones diplomáticas para debilitar y aislar a la isla.

De esta forma, en Latinoamérica donde se ubicaban una buena parte de los pocos países que seguían reconociendo a Taiwán, Pekín ha conseguido, con una fuerte labor diplomática, que muchos dejen de hacerlo. Los vínculos comerciales y económicos con el gigante asiático, estarían detrás de ello como también lo estuvieron en el caso de El Salvador, cuya decisión de reconocer a la República Popular China fue seguido de un ambicioso plan en infraestructuras ( Devia, 2023 ). En los últimos años también Panamá, República Dominicana y Honduras rompieron sus relaciones oficiales con Taipéi y las establecieron con Pekín.

La evolución nos indica que Taiwán se quedará cada vez más aislada, por culpa de una política china que tiene como objetivo precisamente ese. Así mismo la expansión y toma de control del mar de China Meridional será gradual y posiblemente difícil de revertir. Demasiados intereses económicos en juego, desde comerciales a financieros y de conectividad hacen al ASEAN dependiente de Pekín, y se basará más en la sutileza con el que este país los lleve a cabo, que de los derechos marítimos propios de cada uno de sus miembros.

Además, los nuevos aranceles de Washington posiblemente hagan que China estreche lazos con todos sus vecinos orientales, desde Japón a Indonesia, como se observó con el pacto de libre comercio entre el gigante asiático, Corea y el Estado nipón (ABC Noticias, 2025) o la visita de Xi Jinping a Vietnam después del 2 de abril, apoyando a su socio y anunciando que aumentaría la velocidad de algunas de sus inversiones ( El Universal, 2025 ).

Aunque no podemos obviar que las presiones de Trump llevarán a negociar términos que pueden afectar de alguna forma la relación a corto plazo de alguno de estos países con China, en un futuro, habrán tomado nota que Estados Unidos no es siempre un socio tan confiable como para no integrarse plenamente en otros mercados.

Rusia y su nuevo papel internacional

Desde la llegada de Vladimir Putin en al año 2000, Rusia ha cambiado sustancialmente su rol internacional. Ha seguido la "doctrina Primakov", cuya visión de la seguridad rusa es un retorno al pasado soviético, una vuelta a la defensa de los tres círculos territoriales como fundamentales para la defensa nacional. La Teoría Primakov se puede resumir en tres puntos:

- Apuesta por un mundo multipolar en el que las grandes decisiones se tomen de manera consensuada. Se siente cercada por la OTAN que según su visión atacaría su zona directa de influencia. Aboga por tanto por un acercamiento en las relaciones con India y China para poder contrarrestar la hegemonía de la potencia norteamericana.

- Defensa de las fronteras rusas en su espacio inmediato, favoreciendo la integración política y económica de las antiguas repúblicas soviéticas. Los límites de este espacio son percibidos, como fronteras "propias" y "naturales" ( Claudín, 1993, pp.64-70 ), Rusia actúa como un post-imperio y no duda incluso atacar otros países directa o indirectamente, para defender sus intereses en este espacio, como está pasando con Ucrania.

- Defensa de sus tradicionales aliados y de su posición en el Medio Oriente. Además, el país eslavo, en términos de reciprocidad con el área de influencia latinoamericana, intenta mantener buenas relaciones con los regímenes que contestan la supremacía de Washington, y su presencia es sobre todo simbólica, apoyándolos casi incondicionalmente. Moscú utiliza estos vínculos para mostrar que la influencia global de Rusia vuelve a ser tan fuerte como antaño.

La importancia central de América Latina y, en particular del Caribe, radica en su proximidad geográfica con el país norteamericano, Rusia puede así tomarse una pequeña revancha por la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este (Destch, 2018, p. 85).

Pekín pasó de tener una presencia insignificante en Latinoamérica a ser el país con mayor volumen de comercio, sobre todo con Sudamérica 5 (La Nación, 2024). Esto no solo ocurre en la región, ya que dos tercios de los países del mundo comercian más con China que con EE. UU. ( Rajah y Leng, 2019 ), siendo el primer exportador. Aun así, los países sudamericanos se beneficiaron de manera muy importante de un súper ciclo de precios elevados en materias primas, fomentado por el crecimiento anual que experimentó China en la década de los 2000.

Para Sudamérica este comercio es muy relevante, Brasil tiene como principal socio comercial al gigante asiático, destino del más del 30% de sus exportaciones ( Rubiolo y Fiore-Viani, 2023, pp. 94-108 ) y en el resto del cono sur o de la América andina ocupa puestos de gran importancia. Además, su política comercial no se prevé que cambie a pesar de la posible retórica antichina de algunos de sus dirigentes, como sucedió con Bolsonaro. Los intereses económicos son demasiado grandes.

Pekín importa de Sudamérica, sobre todo materias primas, tanto en la agricultura como en la minería. En el primero, China es el mercado de alimentos más grande del mundo y América Latina proporciona alrededor del 25% de los productos agrícolas importados por este. Representando más del 13% de las exportaciones agrícolas de la región al mundo ( Rubiolo y Fiore-Viani, 2023, pp. 94-108 ), siendo este porcentaje aún mayor si tenemos en cuenta exclusivamente a Sudamérica. Soja y carne de Brasil y Argentina o frutas de Perú y Chile son solo algunos de los productos importados.

Respecto al sector minero China importa hierro, cobre, plata o zinc de las minas de Perú, Brasil o Chile. Además, en los últimos años hay un interés creciente por el litio. El país asiático exporta a la región productos manufacturados y empieza a ser también importante su contribución en artículos tecnológicos y/o de alto valor añadido.

Sin embargo, no podemos sobredimensionar el papel de Pekín en la región. Si bien es el principal socio comercial para el conjunto de Sudamérica, en otros aspectos está todavía rezagado. La Unión Europea (UE) sigue siendo el mayor inversor (20 veces mayor que China) ( Malamud y Talvi, 2023 ) y tras ella se coloca Estados Unidos. La UE también es el mayor proveedor de equipamiento militar. ( Malamud y Talvi, 2023 ).

Además, en términos de valores, salvo las excepciones de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Latinoamérica en su conjunto y muy especialmente Sudamérica apuestan por gobiernos democráticos. Es la región del mundo en desarrollo que más apuesta por este tipo de gobernanza. Lo que después influye en las decisiones diplomáticas que toman.

Sin embargo, para aquellos que quieran adoptar gobiernos autoritarios o incluso simplemente una política exterior contraria al sistema internacional dominante, saben que pueden contar con el apoyo económico y diplomático de Rusia, siempre dispuesto a contrariar a Washington, y de China, más pragmática respecto a sus relaciones internacionales y que busca relaciones comerciales gananciales, sin mirar tanto el tipo de gobierno o el respeto a los derechos humanos.

Además, en el voto de los países de la región en las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se observa que el posicionamiento geopolítico persigue sus propios intereses nacionales, alineándose con los diferentes actores según convenga. En materia de valores lo hacen con Estados Unidos y la UE, y en materia económica lo hacen con China y los países emergentes. Este posicionamiento geopolítico es una política de Estado, independiente del signo político del gobierno ( 6 . Talvi y Garcia, 2024 )

Por tanto, los intereses comerciales, y los devenires históricos influyen en la toma de decisiones diplomáticas, pero no llegan a modificar el sistema de valores imperantes en América Latina. El comercio con China seguirá aumentando en los próximos años y Latinoamérica en su conjunto como parte del mundo emergente, seguirá apostando por un mundo multipolar, lo que no contradice que en términos de gobernanza, tanto sus gobiernos como sus poblaciones, prefieran sistemas democráticos consolidados, considerados como sus modelos políticos.

Sin embargo, no se puede despreciar los esfuerzos de China en mejorar su imagen internacional. China tiene una política amplia que no solo se basa en acuerdos comerciales concretos como quedó demostrado con el Covid-19, en el que un no desdeñable número de países compró la vacuna del país asiático ( win-to-win con otros países, enmascarando muchas veces la asimetría que estas conllevan. Además, se postuló líder en biotecnología, favoreciendo la imagen de productor de productos científicos/tecnológicos y dejando poco a poco la imagen negativa que tenía de vendedor de manufacturas de baja calidad ( Blasco, 2021, p. 11 ). Blasco, 2021, p. 11 ). Esto cumplió un doble objetivo, por una parte, mejoró su imagen como país que promueve relaciones

En contraste con esto, la imagen internacional de Estados Unidos en buena parte del mundo en vías de desarrollo ha empeorado. Su discurso, que promueve la democracia y los derechos humanos, se ha visto empañado por golpes de Estado y guerras poco comprendidas, tanto en su vecindario próximo como allende los mares 7 , por resultar poco consecuente. En cambio, China se propone como alternativa que no se inmiscuye en problemas ajenos y que además es un socio comercial de primer orden, aunque muchos países tengan reticencias por su autoritarismo y la transgresión de derechos humanos al interior del país.

Con la nueva administración Trump, algunos gobiernos de la derecha latinoamericana han acercado su posición con el gigante norteamericano, como Argentina y el Salvador.

Este primer país ha dado pasos firmes para alejarse de China y otros países emergentes, alineándose con Washington, como por ejemplo rechazando su entrada en los BRICS ( The Objective , 2023), o aceptando pagar su deuda con el FMI, lo que dará mayor estabilidad a su economía, alineándolo también con las instituciones occidentales ( El Economista, 2025 ).

En estos próximos años quizás veamos un favorecimiento de las inversiones y proyectos con capital occidental, en detrimento del de los países emergentes, como ya se ha empezado a ver un distanciamiento político, rechazando su entrada en los BRICS. Sin embargo, como el mismo Milei reconoció, es difícil que China se vea perjudicada gravemente desde el punto de vista comercial ( The Objective , 2023).

Rusia y China sostienen el ALBA

El proyecto político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) fue un proyecto político de corte antiimperialista cuyo principal valedor ideológico fue Cuba, con su revolución, y Venezuela en lo económico, con el maná que le daban sus ingresos por el petróleo.

Desde el principio, las malas relaciones con Washington fueron la tónica habitual, lo que fue aprovechado por Rusia para posicionarse, sobre todo en el ámbito militar y de las telecomunicaciones. Rusia está construyendo una estación de rastreo de satélites en Nicaragua, miembro del ALBA, y a fines de noviembre de 2017 abrió en Managua un centro de capacitación antidroga (Destch, 2018, p. 86).

Con Cuba, Moscú firmó numerosos acuerdos de cooperación y los suministros de petróleo ruso fueron especialmente importantes para la supervivencia económica del régimen. (Destch, 2018, p. 86).

China es uno de los mayores socios comerciales de la isla. Para ambos la colaboración en asuntos de inteligencia cobra especial interés, sin embargo, no podemos sobredimensionarla sobre todo en el caso chino. La estrategia de ayuda es limitada, teniendo en cuenta además las capacidades económicas, con una asistencia en áreas donde puede haber algún retorno económico, pero el país no tiene mucho que ofrecer. También condonó cerca de diez mil millones de dólares de deuda, un monto muy importante para este país ( Financial Times , 2025), por mucho que pueda resultar estratégico. Rapoza, 2019 ), pero parece que China no está dispuesto a gastar mucho más dinero en una nación que no hace las reformas necesarias (

Sin embargo, las relaciones seguirán siendo estrechas y fruto de ellas se ha promovido a Cuba como socio de los BRICS, lo que será muy beneficioso para su futuro al integrarlo en un organismo internacional.

La importancia económica de la cooperación con el gigante asiático es aún mayor para Venezuela. El país depende de los préstamos chinos: sin la ayuda de Pekín, probablemente habría declarado el cese de pagos de su deuda hace mucho. Préstamos que en buena parte se pagan con materia prima, es decir con petróleo, o con acciones de PDVSA, una manera de asegurarse el suministro de este material .

Sin embargo, las dificultades económicas del país caribeño han hecho que Pekín se muestre más reticente y Moscú ha entrado en su reemplazo. Cuando todavía se vivía el auge de los precios del petróleo, se firmaron amplios tratados sobre armamento, y en el sector de la energía también hay una vasta cooperación. Todo esto pone de relieve dos aspectos: el pragmatismo chino, capaz de ayudar y ser alternativa occidental, sobre todo a países estratégicos, pero siempre atento a un retorno de sus inversiones, aunque sea a largo plazo. Y el apoyo inquebrantable de Rusia a cualquier país que conteste la supremacía de los Estados Unidos. Ambas combinadas son una importante alternativa al poder de Washington.

Aun así, parece que en esta guerra comercial que se abre, China podría hacer excepciones respecto a la rentabilidad inmediata de sus inversiones, y ya ha protestado por los aranceles impuestos a terceros países que compren el crudo venezolano ( El Debate, 2025 ). Todo esto antes de que ellos sufrieran unos aranceles aún mayores. El apoyo a la compra de crudo venezolano podría ser un asunto más de interés político que económico, un peso en la balanza de las grandes potencias.

Por su parte, Rusia apoya a Venezuela incondicionalmente y ha advertido en numerosas ocasiones contra la intervención desde el exterior. Los vínculos con el gobierno venezolano son para Moscú una manera de provocar a Washington, y un ejemplo de esto son las maniobras militares conjuntas realizadas en los últimos años (Destch, 2018, p. 87). También las ventas de armas a este país caribeño tuvieron un volumen considerable en el periodo 2001-2015 ( Eissa, 2017, pp.85-112 ), sobre todo durante el periodo del boom petrolero, pero hoy en día vuelven a ser escasas ( Eissa, 2017, p. 107 ).

Estas relaciones con el ALBA, además de otras científicas, como la estación de satélites chinos en la provincia de Neuquén, provocan cierto nerviosismo en los despachos de Washington. Ya Rex Tillerson revindicó la Doctrina Monroe de 1823 y advirtió sobre la interferencia de potencias extranjeras en el continente americano, pero no tuvo eco en la derecha regional. Si bien en sus orígenes esta doctrina estaba dirigida contra Europa, es evidente que Tillerson apuntaba ahora a la presencia de Rusia y China ( Tokatlian, 2018 ).

En las nuevas disputas que se recrudecen con China, estos asuntos estratégicos serán los primeros en estar encima de la mesa.

La nueva fase en las relaciones entre China y Latinoamérica

Pekín además quiere ser una alternativa tecnológica a la primacía occidental. Pretende convertirse en un centro tecnológico y de innovación de primer orden. Inspirado en el plan alemán Industria 4.0, lanzó el año 2014 la estrategia Made in China 2025, con el objetivo de hacer la industria manufacturera más innovadora, prefiriendo la calidad a la cantidad, reestructurando su industria ( Torres, 2021, p. 45 ). Además, quiere modernizar su producción. Poniendo énfasis en la industrialización moderna e inteligente. Siendo la inteligencia artificial (IA) parte importante de este proceso evolutivo.

Para ello tiene que avanzar en ciencia y tecnología, y va camino de ello. Según el informe de la UNESCO sobre la Ciencia (2015), China está en camino de alcanzar los objetivos que se había trazado en estos ámbitos ( Salazar, 2020, p. 44 ). El Plan de Ciencia y Tecnología 2006--2020 se refería a varias tecnologías como significativas: Biotecnología, TI, materiales avanzados, tecnologías de producción, tecnología de energía avanzada, oceanografía y tecnologías láser y aeroespacial.

En definitiva, está logrando alcanzar sus procesos de transición de país de ingresos medios a altos y de país de manufacturas baratas a país con productos de alto valor añadido. Y aunque su ritmo económico se ha desacelerado estos últimos años, sus tasas siguen siendo suficientemente altas para recortar distancias con los países desarrollados, sin caer por tanto en la trampa de los países de ingresos medios. Además, se ofrece como una alternativa factible a los modelos de desarrollo occidentales, presentándose ellos mismos como ejemplo a seguir.

A todas estas transiciones se le debe añadir una más, la de la industrialización verde. Hasta ahora la industrialización china se había realizado a base de energías fósiles; carbón y petróleo principalmente. Pero el gigante asiático, visto el cambio climático, la polución ( 8 ha decidido apostar fuerte por la llamada "revolución verde", posicionándose en todas las etapas de las cadenas de valor asociadas a esta transformación energética. Gómez, 2020, pp. 121-142 ) e incluso su propia conveniencia

Esto queda reflejado en el informe "la mina, la fábrica y la tienda\..." del Observatorio de la Deuda en la Globalización, donde se muestra cómo China controla buena parte de la extracción de tierras raras y minerales críticos necesarios para la fabricación de "tecnologías limpias" (níquel, cobalto, litio, tierras raras, entre otros), así como su procesamiento y la posterior venta de productos (paneles solares, vehículos eléctricos, etc.) (Pérez, Cañada, Pérez, y Nualart, 2023). Sin por ello abandonar las alianzas con la mayor parte de productores gasísticos y petroleros o sus inversiones en energía basados en carbón 9 ( Gómez, 2020, pp. 121-142 ).

Pekín estableció como nuevo objetivo para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero el año 2020. Para lograrlo, a partir de 2017 se ha enfatizado en acelerar el desarrollo de una iniciativa «verde» y de «alta calidad», desarrollando conceptos como amistad medioambiental, civilización ecológica y de desarrollo verde, una forma de mostrarse al mundo de una manera amable y responsable, en un ámbito en que, como hemos visto, controla gran parte del proceso.

Así pasó a ocupar el primer lugar del mundo en cuanto a capacidad de generación de energía hidroeléctrica, también en aumento de capacidad de almacenamiento de energía eólica, en área de recogida de energía solar, y en construcción de plantas de energía nuclear, además de aumentar del 16 al 23 por ciento (2020) su superficie forestal (Índex Mundi, s.f). Aunque todavía está lejos de cumplir con sus objetivos en energías renovables e incluso de llegar a niveles de algunos países avanzados (Panorama, 2022), los esfuerzos son importantes y es sin duda el país que más energía de este tipo instala en términos absolutos ( Roca, 2023 ).

Sabiendo los esfuerzos que está realizando Europa en su camino por la descarbonización, la postura china puede desequilibrar aún más la balanza hacia una economía verde, más de como afecte la posición de los Estados Unidos, cuya política medioambiental depende en parte de cómo influyan los grupos de presión en los diferentes gobiernos.

Por ello, aunque Donald Trump impulse la extracción de petróleo, todo indica que se seguirá avanzando hacia las energías limpias, incluso si algunas multinacionales como ExxonMobil han mostrado interés en ralentizar dicho proceso y han tenido una fuerte presencia y cabildeo en el pasado ( France Express , 2023), dado que están en minoría.

Que a partir de 2017 China se haya inclinado de forma decidida hacia un cambio en favor de las energías limpias, y que además le convenga económicamente, acelerará esta transición global, dado que convergen estos intereses con los de la Unión Europea e incluso con importantes empresas estadounidenses, cambiando el paradigma existente en diversas industrias, como la automotriz o la de producción de energía.

Además, el gigante asiático suele replicar en el extranjero lo que ha empezado hacer en su país, favoreciendo de este modo la internacionalización de sus empresas y de su tecnología. América Latina tiene un potencial de energía renovable muy grande y algunos países han estado realizando grandes esfuerzos para promover la energía limpia. Aunque la inversión de China en energía verde no es enorme en el continente, respecto a las cifras totales, sí lo es en cuanto a las relativas, ya que el 90% de los nuevos parques eólicos y solares de la región han tenido a socios bancarios o proveedores de paneles solares del país asiático ( Ellis, 2024 ).

En otras áreas, se avanza todavía más rápido con productos chinos. Pekín ha apostado de manera firme por el autobús eléctrico ( Font, 2019 ) y esto ha tenido eco en el exterior. En febrero de 2024, únicamente Chile tenía más de 2.043 autobuses eléctricos, de los cuales todos menos 30 son chinos. Y en Colombia, el 100 por ciento de los eléctricos son del país oriental ( Ellis, 2024 ). Estos autobuses son la punta de lanza de sus proyectos en automoción. China ha tomado la delantera otra vez a los Estados Unidos, tanto en la producción de energía, como en la automoción y el transporte de pasajeros.

Las firmas chinas produjeron más del 75% de los vehículos eléctricos o híbridos lanzados en todo el mundo en 2024 ( Valdés, 2025 ), y se estima que el número de coches eléctricos en el globo esté entre 40 y 70 millones para 2025. En el 2024 se vendieron casi 20 millones, de los que 10 millones fueron en China. A nivel global significa que uno de cada cinco coches vendidos era eléctrico, este porcentaje sube a más de un 40 por ciento en el país asiático ( González, 2024 ).

Esta difusión aumentará fuertemente de aquí a 2050 debido al progresivo descenso del precio de las baterías de litio y paralelo al progresivo aumento del precio de los combustibles fósiles, además del cambio climático. Y es precisamente en los Andes, sobre todo en el llamado triángulo del litio (Chile-Bolivia-Argentina), donde se concentra el 68 por ciento de las reservas de este material no ferroso ( Zícari y Fornillo, 2019, p. 187 ). Por lo que la importancia de la explotación y de su gestión será cada vez mayor. Sudamérica apostará cada vez más por el coche eléctrico, buena parte de él será de origen chino y además se beneficiará de su implementación.

La importancia que tiene esta industria en China se observa de manera clara en cómo se ha posicionado ascendiendo al primer puesto como importador de carbonato de litio ( 10 . Pero el gigante asiático se está posicionando cada vez con más fuerza 11 . asegurando con su presencia que una parte importante de las exportaciones de este mineral vayan a parar a este país 12 ( Feliba, 2024 ). Además, hay intereses de otros grupos importantes como Catl que quieren invertir tanto en la nación austral (Torri, 2025) 13 como en Bolivia 14 ( El Periódico de la energía, 2025 ), diversificando así sus operaciones. Zícari y Fornillo, 2019, p. 192 ). Actualmente el fenómeno de la extracción sigue dominado por unas pocas empresas, también occidentales ( Bringel y Svampa, 2023, p.62 )

A esto se le añade que empresas chinas controlan el 50% de la industrialización de las baterías y al final de la cadena de valor, como en otras energías verdes, están los gigantes de automóviles ( 15 , y la plaza de Sudamérica, a pesar de no participar en la industrialización, es muy importante. Bringel y Svampa, 2023, p. 62 ). China controla todo el proceso de un sector que solo hará que aumentar como lo resalta el Banco Mundial ( Banco Mundial, 2020 )

Aun con todo lo dicho, el subcontinente no es parte central de los proyectos de desarrollo chinos, aunque sí una región de relevancia. Desde 2014 en que el presidente Xi Jinping anunció en la cumbre de los BRICS el "1+3+6", las relaciones se han hecho más profundas y se han multiplicado las inversiones. El uno, refiriéndose al plan de Cooperación China-Celac. Tres, se refiere a comercio, inversión y cooperación financiera. Y, por último, seis son las áreas en las que China enfocará su atención en los próximos años: energía y recursos, construcción de infraestructura, agricultura, manufactura, innovación científica y tecnológica y tecnologías de la información ( Salazar, 2020, p. 43 ).

Respecto a esta última, las conexiones de 4G-LTE de la región están soportadas hasta un 70% por infraestructura de Huawei ( Carelli, 2024 ), lo que ha influido para que únicamente Costa Rica excluya a la empresa asiática de la instalación del 5G y eso a pesar de las presiones de Washington. Huawei ya estuvo en el centro de la polémica guerra comercial que inició el expresidente Trump en 2019, el motivo principal es su indudable éxito en ventas. Y aunque se intentó obstaculizar su desarrollo, obtuvo la manera de saltarse las trabas creando su propio sistema operativo ( Torres, 2021, pp. 47-48 ).

Con la llegada de nuevo a la presidencia de Trump y su guerra de aranceles, se acentuará las presiones para impedir la expansión tecnológica asiática en la región, pero por ahora no están obteniendo el resultado esperado, y China se posiciona en excelentes condiciones para exportar sus innovaciones.

En lo referido a otras áreas de desarrollo, varios países latinoamericanos se han unido a la iniciativa la franja y la ruta recientemente, a partir de 2018, por lo que en los próximos años se verá el impacto que pueden tener sus inversiones.

En el año 2020 Latinoamérica concentraba solo alrededor del 9 por ciento de sus financiamientos globales. Poco si lo comparamos por ejemplo con el 15 por ciento del África Subsahariana (Green Belt, 2020). Si el aumento fuese constante y a la par con las posibilidades reales de la región, que cuenta con seis economías entre las cincuenta mayores del mundo, contra las solo dos de los países situados al sur del Sáhara ( . Banco Mundial, 2023 ) esta iniciativa podría dar un espaldarazo muy importante a las infraestructuras y proyectos de esta zona del globo

Aunque generará resistencias en los Estados Unidos, que observa cómo poco a poco pierde influencia incluso en su zona tradicional. D. Trump ha dado muestra de sus intenciones respecto a las zonas vitales para la seguridad norteamericana, el tapón norte (Canadá y Groenlandia) y el mar Caribe ( López, 1995 ). La teoría clásica de Spykman toma especial relevancia, con el deshielo de los polos, y el auge de Rusia y China como potencias. Por ello no ha dudado en hacer declaraciones agresivas respecto algunos de estos territorios, esperando obtener concesiones y prebendas, que no han tardado en llegar.

Panamá amenazada con perder el control del canal ( 16 , queden a la merced de los intereses estadounidenses, en un contexto cada vez más confrontacional entre estos dos países. Epstein, 2024 ) se ha retirado del proyecto BRI ( Diario Las Américas, 2025 ), añadiendo además que se analizarían las supuestas injerencias chinas en esta parte del globo. Apenas un mes después se supo que el fondo de inversiones norteamericano BlackRock, quería hacerse con el control y gestión de 43 puertos de la firma de Hong Kong, CK Huntchinson, dos de ellos en el área del canal. Las protestas y presiones del gobierno chino ( Bradsher, 2025 ), pueden paralizar la venta, pero por ahora sigue adelante. China parece temer que el control de algunas rutas marítimas, parte importante de su estrategia comercial

Conclusiones

Aunque China y Rusia son aliados al más alto nivel, sus estrategias políticas son muy diferentes. Ambos apuestan por un mundo multipolar, pero lo hacen a través de caminos distintos.

El gigante eslavo cuestiona el orden internacional imperante, y para ello no duda en usar sus capacidades militares y su diplomacia para apoyar regímenes díscolos con los Estados Unidos, pero su falta de capacidad lo limita actualmente para expandir su influencia en otros continentes.

China en cambio apuesta por un ascenso pacífico en el que su enorme peso económico le permita influir en el mundo, para poder seguir creciendo y alcanzar las metas de desarrollo que se ha fijado. Además, está haciendo enormes esfuerzos para aumentar su poder en sectores donde se disputa la primacía con empresas occidentales, como el tecnológico o está rezagado respecto al todavía gran hegemón mundial, Estados Unidos, como son el sector financiero o el militar.

Por ello está implementando medidas que pueden ser alternativas al dominio que hasta ahora lleva ejerciendo occidente, como son los créditos a ciertos países, la alianza con países emergentes o el uso de su moneda en los intercambios financieros internacionales. Esto junto con el apoyo de Rusia, ha provocado que muchos países excluidos del sistema internacional tengan ahora alternativas reales para su estabilidad y desarrollo, por lo que las presiones de Washington serán menos efectivas.

Además, el gigante asiático disputa el liderazgo en el cambio a una economía verde o en el sector tecnológico. Lo que tendrá consecuencias y aparecerán resistencias. Ya está desequilibrando la lucha entre las industrias verdes y las tradicionales, acelerando el cambio.

Por otra parte, la lucha por la primacía tecnológica y comercial ha provocado una nueva guerra comercial, esta vez más profunda y extendida. Los países deberán negociar para evitar o disminuir los aranceles y uno de los requisitos puede ser reducir las relaciones con Pekín.

En el terreno militar, China seguirá asentando su poder en su mar, pero a corto-medio plazo parece improbable un conflicto a gran escala, incluso con Taiwán, dado la poca conveniencia de aventurarse en tal empresa. Seguramente sea más probable una continuación de su estrategia gris, que aúne presiones, acciones consumadas e intereses económicos para conseguir sus objetivos.

En lo que respecta a Latinoamérica, la influencia china seguirá siendo significativa. A pesar de los intentos de Estados Unidos por frenarla, es muy probable que esta tendencia continúe. Muchos países, especialmente en Sudamérica, son ya muy dependientes del comercio con China, por lo que podrían reforzar aún más esos lazos, sobre todo a medio y largo plazo.

Sin embargo, en aspectos como la inversión en infraestructura o la influencia militar, las potencias occidentales, particularmente Estados Unidos y Europa, seguirán teniendo la delantera. Los países del continente deberán hacer juegos de equilibrio para no molestar a Washington, sin renunciar tampoco a los nuevos proyectos chinos, que previsiblemente serán entorpecidos sobre todo en áreas territoriales estratégicas o sectores críticos.

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Notas

fn1. También con otros socios regionales como Rusia, cuyo comercio creció un 27% en 2023, justo cuando más falta le hacía o Pakistán que tiene a China, y por mucha diferencia, a su mayor socio comercial, etc.
fn2. Planes *Made in China 2025* y objetivos a medio-largo plazo 2035.
fn3. Industrial and comercial Bank of China (ICBC), China Construction Bank Corporation, Agricultural Bank of China y el Bank of China Ltd.
fn4. Considerado como uno de los padres de la geopolítica norteamericana, desarrolló teorías en este ámbito que siguen siendo estudiadas en las principales academias militares.
fn5. Excluyendo a México, situado entre Norteamérica y Mesoamérica, cuyo comercio con EE. UU. asciende a más de 600 mil millones de dólares. China es el mayor socio comercial de la región. Es el primer socio comercial para Brasil o Chile entre otros.
fn6. Perú, Chile y Argentina compraron más vacunas chinas que occidentales, y otros países de la región se apoyaron en las vacunas de este país.
fn7. Durante la guerra fría los golpes militares apoyados de manera más o menos clara en Latinoamérica (Chile, Guatemala, etc.) dejó una profunda huella en el imaginario colectivo del continente, lo que favoreció después la aparición de gobiernos más o menos autoritarios con un fuerte carácter antimperialista (Venezuela, Ecuador, Bolivia, entre otros). En Asia las guerras de Vietnam en su lucha contra el comunismo, y las más recientes guerras de Irak o la desastrosa gestión de la paz en Afganistán han hecho que una parte del mundo los vea como demasiado intervencionistas.
fn8. Es un país sin grandes recursos petroleros y que además le favorece tener una imagen amable con el planeta. En línea con el desarrollo armónico que ellos dicen propugnar.
fn9. Hasta 2018, todavía el 42 por ciento de su inversión extranjera estaba enfocada en estas minas.
fn10. La estadounidense Albemarle, la chilena SQM, la norteamericana Livent Corp, Orocobre de Australia y Ganfeng de China.
fn11. Tianqui Lithium es un accionista de relevancia de la chilena SQM, y Ganfeng L. y Huayi Group operan en Argentina.
fn12. Por poner un ejemplo el 40% de las exportaciones de litio de Argentina van a parar a China, respecto a menos del 10% que van hacia EE. UU.
fn13. En febrero de este año firmó un acuerdo con YPF de 1,4 mil millones de dólares para conseguir extraer 30 mil toneladas de litio en 2028. Para ponerlo en contexto, actualmente Argentina exporta casi 70 mil toneladas. (Defonline, 2025).
fn14. Otro acuerdo en el que se prevé que inviertan más de mil millones de dólares.
fn15. El litio y el cobalto podría experimentar un aumento de más del 400% de aquí a 2050, para satisfacer la creciente demanda de tecnologías de energía limpia.
fn16. Tanto en el mundo como en el continente americano le ha dado una importancia estratégica, invirtiendo en la ampliación y modernización de puertos, tanto en Panamá como en Chancay (Perú), pasando por otros como el de Santiago de Cuba.

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